jueves, 5 de marzo de 2009

Las wheel-shoes

Ya estoy de regreso en España (llegué el lunes por la noche) y no he escrito antes porque al ordenador de casa le ha dado por funcionar un poco mal; espero, no obtante, escribir mucho estos días para contar con todos los detalles lo que ha sido la experiencia keniana.

Todos los domingos, en el Magazine de El Mundo, aparece en la última página una entrevista a algún personaje importante. La gracia del asunto es que hacen referencia al calzado favorito de esa persona. He aquí mi versión:



¿Cómo se ve el mundo desde sus zapatos?
Muy cerca. El contacto es casi directo: los pies se te llenan de polvo, notas todas las piedras del camino...

¿Cuál es la china de su zapato?
No las hay. Caen por el mismo lugar por el que han entrado.

¿A quién daría un pisotón?
Al que me las vendió. Su precio "oficial" es de 100KSh (1€) pero a mí me cobró 150. Ser blanco en Kenia te convierte en el blanco de los vendedores. Bueno, lo cierto es que aceptas pagar un poco más si con ello colaboras a erradicar su pobreza. No le daría un pisotón.

¿Sirven estos zapatos para correr?

A mí no, pero le aseguro que muchos niños son capaces de jugar a fútbol con ellas.

¿Los zapatos de quién le hubiese gustado calzar?
Los de Abebe Bikila en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. A veces damos más importancia a los complementos que a la calidad de la persona; Bikila dio una lección magistral al mundo entero.


¿Por qué estos zapatos?
Porque me recuerdan mi viaje a Kenia, con todos sus detalles. Y porque me enseñan que con las manos se pueden hacer muchas cosas. Que no hace falta tener una carrera universitaria para salir adelante sino instinto y ganas de trabajar.

¿Algo más?
Sí, que son recicladas. Antes habían sido unas ruedas de coche o de camión desgastadas e inútiles. Ahora, por muy poco dinero, se convierten en algo tan útil como unas sandalias. Se eliminan los deshechos, se crea un empleo y se satisface una necesidad.

Interesante. ¿Cuánta gente se dedica a ello?
El hombre al que se las compré trabaja por su cuenta. Compra pneumáticos viejos y, sentado bajo la sombra de un árbol, va creando zapatos. He visto algunas tiendas similares pero es mucho más común la venta de calzado de segunda mano: cuando en Europa ya no nos gusta un par (o se intuye que se está rompiendo), en Kenia se genera un negocio.

¿Ha comprado zapatos de segunda mano?
No, y quizás me arrepienta. Busqué algunos como regalo para mis hermanas pero me pareció demasiado arriesgado. No sé si se las habrían puesto.

¿Comprará algún par si vuelve a Kenia?

No sólo zapatos de seguna mano. Me quedé embobado con las cajas metálicas que construyen para los niños que irán al colegio (internados) a partir de bidones vacíos. Son algo parecido a los baúles de llevan Harry Potter y sus amigos cuando van a Hogwarts. Los hay de diferentes tamaños y su precio ronda los 15€. También se contruyen utensilios de cocina (paellas, ollas...). Si vuelvo a Kenia, que lo tengo en mente, creo que iré sin equipaje y me lo compraré todo allí.



8 comentarios:

Furacán dijo...

Buena entrevista.

mòmo dijo...

Bravo, Marc.

am dijo...

Qué rápido se habrá pasado, verdad?

Clemente Alonso McKernan dijo...

Chapeau!

Marc Roig Tió dijo...

La primera semana fue dura pero luego el tiempo empezó a pasar muy deprisa y ya no quise ni gastarlo en ir al cyber. Ahora sólo pienso en cuándo podré volver, jeje.

Sergio dijo...

Para los que no capten la ironía, Abebe Bikila corrió (y ganó) el maratón de 1960 descalzo.
Muy bueno.

del porvenir dijo...

Bien y bienhallado

Rafael dijo...

Si por aqui hay que buscarse la vida para sobrevivir; alli con mas razon.Ya tienes zapas para el verano.
Un saludo.