viernes, 21 de agosto de 2009

Todo empezó en 1993

Repaso los medallistas de oro del mundial de Stuttgart y confirmo que me haría falta una enciclopedia para hablar de todos ellos. Sólo para nombrar algunos -sus nombres os resultarán conocidos-: Linford Christie (100m), Frankie Fredericks (200m), Michael Jonhson (400m), Noureddine Morceli (1500m; segundo fue Fermín Cacho), Haile Gebreselassie (10.000m, su primera medalla de campeón del mundo), Colin Jackson (110m.v., récord del mundo con 12"91), Moses Tanui (3000m.o.), Valentín Massana (20km marcha y Daniel Plaza tercero), Jesús Ángel García Bragado (50km marcha), Mike Powel (longitud y triple), Segei Bubka (pértiga), Javier Sotomayor (altura, con 2.40m), Jan Zelezny (jabalina) y Dan O'Brien (decathlon).


En mujeres, no menos conocidas, Gail Devers (100m y 100m.v.), Merlene Ottey (200m), María Lourdes Mutola (800m), las chinas de la sangre de tortuga (1.500m, 3.000m y 10.000m), y Encarna Granados tercera en 10km marcha.


Han pasado 16 años y sus vidas son ahora muy distintas. Los más espabilados visten trajes caros y son miembros del COI (Frankie Fredericks, Sergei Bubka), otros asesoran a sus respectivas federaciones nacionales de atletismo (Fermín Cacho, Javier Sotomayor) y los hay que han creado y dirigen centros de entrenamiento (Moses Tanui). Sólo dos, si no me falla la memoria, son fieles a su modo de vida y pasados estos 16 años permanecen en activo -y al máximo nivel-. Ambos, además, ven en Berlín la ciudad donde los sueños se cumplen. Gebreselassie, que ganó en Stuttgart el 10.000 y quedó segundo en el 5.000, corrió el año pasado la maratón de Berlín en 2h03'58", actual récord del mundo, y volverá a su línea de salida dentro de un mes. El etíope de la eterna sonrisa no piensa en retirarse; correr es su pasión, su forma de vida.


El otro atleta es el español Jesús Ángel García Bragado y en Berlín, hoy, participaba en su noveno campeonato del mundo. Si esto no fuera un mérito suficiente a su dilatada carrera deportiva, ha añadido a su cosecha personal la medalla de bronce que le faltaba. Después de la victoria en Stuttgart, en 1993, llegaron dos medallas de plata (Goteborg 1995 y Edmonton 2001). Dicen que la experiencia es un grado y en pruebas de larga distancia se convierte en una máxima. Pausadamente, a ritmo, con tenacidad y constancia, Jesús -Chuso- ha superado los rivales de uno en uno; muchos se han precipitado durante los primeros kilómetros mientras Chuso permanecía en la retaguardia. Ha dejado que los primeros se le escaparan casi un par de minutos; la marcha es una prueba desagradecida -Chuso recordaba sus dos últimas participaciones, en las que fue descalificado-. En la televisión se veía a atletas vomitando, a un ruso parando para ir al baño y a varios marchadores eliminados por no tener una buena técnica.


Pasadas tres horas desde el inicio de la prueba, sólo resisten los más fuertes. Los precipitados maldicen el momento en que aceleraron; los deshidratados se acuerdan del bote que lanzaron antes de terminarlo; y los que no van bien repasan mentalmente qué ha podido fallar. Pero todos ellos coinciden en un aspecto: mientras te lamentas, te alentas. Y Chuso llega desde atrás a ritmo, con tenacidad y constancia. No sé cómo fue la carrera de Stuttgart pero sé cómo ha sido la de Berlín. En el kilómetro 30, Chuso marchaba octavo; en el kilómetro 40 ya estaba quinto y a meta, sin siquiera aparentar sufrimiento, llegó tercero sólo 21 segundos más tarde que el segundo.


Él mismo ha declarado "no sé lo que tengo, supongo que mucha ilusión". Lo cierto es que lo primero que ha hecho al cruzar la línea de meta ha sido aupar a sus dos hijas. Así, con el seguimiento de los más queridos, es fácil pensar que seguirá marchando. Barcelona 2010 pasa a ser el próximo objetivo aunque antes, en noviembre -cuando cumple 40 años- quiere correr la maratón de Nueva York; me pregunto qué marca puede hacer si marchando pasa los 42km sobre tres horas.
Aquella medalla de oro de 1993 fue el inicio a una carrera deportiva envidiable; y esta medalla de bronce de 2009 es un capítulo más, pero no el epílogo. Espero -y deseo- que nos quede Chuso para rato. Él, al menos, no padece el paso del tiempo como los demás: en Stuttgard terminó en 3h41'41" y hoy ha hecho 3h41'37". ¡Qué grande eres!

2 comentarios:

Richard Calle dijo...

Para mí es digno de admirar este hombre!!! Muy buena entrada!!!! lástima que apenas le han reconocido la medalla, quizás eclipsado por el jamaicano...

Saludos Marc

Marc Roig Tió dijo...

Gracias Richard. Llegados a este punto, quizá Chuso esté contento con que se lo reconozcan sus hijas y ya está.