domingo, 6 de septiembre de 2009

Unas horas en Sofía


Pasar unas horas en Sofía ha sido un desvío (o un descuento) para llegar a Macedonia. Ni siquiera ha llegado a las 24 horas, pero han dado mucho de sí. Para empezar, lo primero que me ha llegado a la cabeza al aterrizar fue el chiste de Eugenio: saben aquell que diu...?

El otro día estaba mirando la sección de anuncios del periódico y uno me llamó la atención: mujer enseña el búlgaro. Yo que me fui y... ¡resulta que era un idioma!

Y de los chungos, añadiría yo. Aquí todo está escrito en cirílico y es muy difícil de entender. Las N son I; las P son R, los números pi son P... y así hasta confundirlo a uno. Hasta tal punto llega la confusión que esta mañana, en misa, el cura ha dicho “ite misa est” y nosotros hemos contestado “thanks to God”.

Al salir, para compensar el lío de una misa en inglés dirigida en latín -y con evangelio en búlgaro, el idioma-, había café y galletas para los asistentes. Una idea muy buena porque faltaban unos minutos para que empezara a llover. Me ha dado tiempo a visitar el mercadillo de antigüedades de delante de la catedral Alexander Nevski, donde puede encontrarse casi de todo. Destacan, entre los cubiertos de plata y los gorros soviéticos, condecoraciones y relojes con esvásticas, cámaras de foto con varias décadas de historia, sables, violines, joyería y un largo etcétera.

Ahora me falta más o menos una hora para abandonar este país. Han pasado más de treinta años desde que mi madre estuviera por aquí (en el campeonato de Europa de baloncesto júnior) y según lo que me ha contado, no hay tanta diferencia. A mí no me han llevado a visitar fábricas donde cada semana colgaban en la pared la foto del mejor trabajador, pero viviendas de estilo comunista, estatuas en los parques enarbolando armas y demás detalles, recuerdan el pasado de este país.
Próxima parada, Skopje, capital de Macedonia. Y mañana otro más para llegar a Ohrid.

2 comentarios:

Marta dijo...

Entonces... en tan pocas horas, no aprenderás cirílico :P ¡je! Disfruta lo que te quede ahí; luego... del resto y ¡no te pierdas! ;)
Ya nos contarás. Qué envidiaaaaaaaa... (creo que esto suelo decírtelo a menudo pero es siempre sana-sana ¿eh? ¡jeje!).
Cuídateeee

Marc Roig Tió dijo...

Ya ves, Marta. Perdiste la oportunidad de que hiciéramos la transpirenaica juntos y a ver ahora cuando volvemos a coincidir. Un abrazo y no te preocupes por la envidia; a mí me da envidia tu facilidad para contar historias.