jueves, 29 de noviembre de 2012

Correr por jamones

El domingo pasado participé en mi primer cross de la temporada (tercera semana seguida de competición y todavía queda otra); fue en el cross de Castellar del Vallès sobre una distancia de casi nueve kilómetros y el objetivo principal era ganar un jamón: ¡¡correr por jamones!! En las últimas temporadas, el cross ha sido la disciplina menos habitual para mí y es posible que siga esta dinámica. Supongo que estaré en el campeonato de Catalunya de cross (27 de enero, Mataró), pero no sé si haré alguno más.

Estoy entrenando bien y aguanto las series, pero la fatiga también se acumula y sólo pude ser cuarto en Castellar (tercer sénior) detrás de Roger Campoy, Jordi Comas e Ibrahim Azzouzz (promesa). Los continuos sube y baja me pasaron factura y es que llevo un trío que no hace más que subir y bajar: la Behobia-San Sebastián, la Jean Bouin y el cross de Castellar. Y para rematarlo todo, este domingo estaré en la Mitja marató de Mataró.

Primera vuelta del cross de Castellar (Foto: S. Pou)

Se cierra un ciclo de competiciones y empezará el periodo específico para la Zurich Marató de Barcelona (17 de marzo) con un test a tope en la Mitja Marató de Barcelona (17 de febrero). A medida que pasan las semanas me entero de que más y más atletas estarán en la maratón de Barcelona, añadiendo calidad al evento y un punto de pique en lo personal por ver quién es el primer catalán y el primer "blanco".

Para los curiosos sobre material, os diré que en el cross de Castellar estrené los nuevos clavos de ASICS para el cross (los ASICS Hyper XC), en color amarillo fosforito; el modelo femenino es en rosa y se las podéis ver a Cristina Jordán y a Alessandra Aguilar.

Los nuevos clavos ASICS Hyper XC

En las próximas semanas espero escribir un post sobre el calzado de ASICS para esta temporada 2012-2013 y en qué pruebas utilizaré cada modelo.

martes, 20 de noviembre de 2012

El aspecto social de correr la Behobia

Cada participante tiene sus motivos personales para correr la Behobia-Sebastián; los míos son éstos: quiero ganarla, quiero disfrutar de su ambiente y quiero pasar un fin de semana inolvidable con los amigos y familiares del norte. El último de los motivos es el aspecto social de correr la Behobia.

El sábado por la mañana empezó nuestro viaje en coche: mi mujer, mi madre y yo. Salimos a las 9:30 de Sant Pol de Mar y llegamos a las dos de la tarde a Pamplona, a casa de mi hermana y su familia. La comida estaba casi a punto, pero yo me fui a trotar unos veinte minutos para estirar las piernas. 

Después de la ducha, almuerzo nutritivo en familia mientras Joana nos ponía al día de sus avances en la escuela y en el conservatorio y Manel solicitaba su rato de atención demostrando que ya sabe caminar y mucho.

Sin siesta, seguimos el viaje hasta San Sebastián para dejar las maletas en el hotel y dividirnos: Mercy y yo buscar el dorsal en Anoeta con Iñigo mientras los demás se quedaban en el centro. La suerte la tuvimos al salir, porque justo empezaba una misa de 6:30 que nos ahorró el diluvio de la tarde. Y al terminarla, de vuelta al centro para reunirnos todos. 

La cena del "día antes" en el Vallés, con Ander, Nerea y Mecy (Foto: M.Tió)

El punto de encuentro fue el Vallés, uno de los pocos sitios de pinchos sin gluten en San Sebastián. Allí nos esperaban también Ander, Nerea y varios amigos suyos. Empezamos a hablar y a comentar cómo se presentaba la carrera, explicar cómo nos iba la vida de casados y nos cayó algún que otro regalo más. Entretanto, un par de vasos de mosto, unas albóndigas, un lomo a la plancha y un buen trozo de morcilla. También aproveché para llamar a Sergio, pero estaba liado y quedamos para mañana, como siempre acabamos haciendo cada vez que corro la Behobia.

La noche  acabó pronto y fue el momento de retirarse. En el hotel, Mercy y yo tomamos un té antes de las once ya estábamos durmiendo. Mañana tenía que correr bien.

Llegando a la meta en segunda posición (Foto: S.Fanjul)

La carrera ya la conté en el post anterior así que aquí explicaré lo que pasó después. Al terminar segundo, me llevaron a la carpa de premiación y también dejaron entrar a Mercy, a mi madre y a Mònica, que luego dejó entrar a Sergio para hacer alguna foto más. Nos entregaron los premios (una réplica de las farolas del Kursal, un lote de ibéricos y quesos, una cesta llena de fruta y un par de botellas de txacolí). Pero yo estaba cogiendo frío y mi hotel quedaba demasiado lejos, por lo que Sergio se ofreció a que me duchara en su casa (vive muy cerca de la llegada) y nos invitó a todos una taza de café mientras hacíamos tertulia con su mujer y sus dos hijos. 


En el podio, con los trofeos (Foto: S. Fanjul)

Después de la ducha y de mandar mensajes a todos fue el momento de iniciar el viaje de vuelta. Con Mònica y su familia nos paramos en Errotz a comer de menú y al llegar a Pamplona nos despedimos hasta la próxima y mi madre, mi mujer y yo nos dirigimos a Sant Pol. Allí nos esperaba mi padre con una sopa bien caliente y al terminarla, cada uno a su casa a descansar.

Fue un fin de semana agotador y me quedó gente por ver. Algunos estaban fuera este fin de semana, otros tenían comidas familiares sin posibilidad de faltar; pero habrá más Behobias. De hecho, os animo a leer la misma historia desde la visión de los otros protagonistas de ésta: aquí la de Ander; aquí la de Sergio.

martes, 13 de noviembre de 2012

La gestión de la renta

Por tercera vez he participado en la Behobia-San Sebastián y, aunque con la tercera no vino "la vencida", sí que llegó mi mejor resultado y el segundo puesto, que ya está bien.

Hace tres años quedé tercero y el año pasado me salió mal. Este año quería salir conservador, porque el circuito es duro y me acordaba de mi pinchazo hace doce meses. Pero... cuesta mucho frenarse con tanto público. En mi primera participación, me lancé a la aventura: a cazar a Chema Martínez y a Rafa Iglesias. No lo conseguí, pero mantuve la renta con mis perseguidores. Este año fue algo parecido.

Salida de la Behobia (Foto: F. Sánchez)

De comienzo, dentro del pelotón. Jaume Leiva tiraba y en un momento se escapó. Roger Roca le siguió y sacaron unos metros al grupo. Yo estaba mordiéndome la lengua para no ir con ellos y quedarme en la comodidad del grupo, pero no aguanté. Llevábamos menos de dos kilómetros y ya mandé mi táctica conservadora a tomar viento: me iba a la aventura. 

Al poco de alcanzar a Jaume y a Roger, éste segundo se descolgó y nos quedamos dos en cabeza. Jaume mantenía el ritmo y yo me limitaba a seguirle, hasta que en los primeros toboganes vi que era demasiado rápido. Estábamos terminando el primer tercio de la carrera y ya estaba todas las fichas repartidas: Jaume corriendo en solitario y a buen ritmo; yo después (también en solitario) intentando no perderle de vista; y detrás un pelotón de 7 u 8 dispuestos a cazarme si me despistaba. Ahí empezó la gestión de la renta.

Controlando a los perseguidores (Foto: Fernando)

Me gusta que los rivales que me preceden miren hacia atrás: demuestra que tienen miedo, saben que les cogeré. Del mismo modo, evito que los rivales que me persiguen me vean mirar atrás, se pueden crecer. Pero yo sigo mirando atrás, sólo que lo hago cuando no me ven. Me giro después de una curva: diez segundo después o quince segundos después y compruebo que está despejado. Me giro cuando hay mucho público o árboles o demás cosas que les dificulten verme girado, pero que me permitan a mí ver dónde está el pelotón.

Así transcurrió más o menos mi carrera el domingo pasado. Veía que Jaume estaba cada vez más y  más lejos, pero yo quería quedar segundo. El grupo perseguidor estaba casi siempre a unos 20 segundos (a veces incluso menos) y en la zona del puerto me pareció que más cerca. Todo se decidiría en el alto de Miracruz (km. 17). Al inicio del puerto controlé por dónde andaban y no me volví a girar; mi objetivo era subir con calma, pero a ritmo constante; escuchar el público para saber si callaban después de que pasara yo o seguían aplaudiendo (señal que estaban cerca). No se acercaron y llegué arriba con la misma distancia que antes, pero con fuerza para poder bajar rápido. Ya todo estaba hecho y la renta salvada: sería segundo.

La llegado, con Jaume esperándome para felicitarme (Foto: S. Fanjul)

El último kilómetro me lo pasé dando eses, de un lado a otro, chocando la mano a casi todo el mundo e intentando reconocer amigos y familia entre el público. Vi a mi madre, con su abrigo rojo y el paraguas mientras me sacaba una foto y algún voluntario la increpaba para que volviera a la acera. Vi también a Ander y a Nerea, que gritaban eufóricos a mi paso. Y vi por último a mi mujer, a quien lancé un beso. Después de esto, le meta.

La próxima entrada será todo lo que la Behobia significa aparte de correr.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

A los fogones

Los que me conocen saben que tengo poco repertorio en los fogones y los que han viajado a Kenia saben que la cultura culinaria del país es escasa: ugali, chapatis, nyama choma, matoke y poco más. Sea por una cosa, por la otra o, seguramente, por la combinación de ambas, la semana pasada nos cayó un regalo de boda. Es éste:


Quizá en las próximas semanas (o meses) explicaré si nos salen las recetas o no. A simple vista parecen sencillas y todas llevan fotos, para poder comparar.